

Divina Presencia y Fuego Sagrado.
Las palabras hebreas ish (אישׁ 'ı̂ysh) -"hombre"- e ishá (אשּׁה 'ishshâh) -"mujer"-, están compuestas cada una por tres letras, dos de las cuales, la alef (א) y la shin (שׁ), son comunes a ambas, y una de las cuales la iud (י) en "hombre" y la hei (ה) en "mujer", son específicas a cada una de las palabras. Este fenómeno es la clave para comprender las características específicas del hombre y la mujer, de qué forma se complementan el uno al otro y cómo pueden utilizar sus diferencias para fusionarse y unificarse.
Las dos letras comunes de "hombre" y "mujer", forman la palabra esh, (אשׁ'êsh) "fuego", y las dos letras específicas, iud (י) y hei (ה), al juntarlas, forman uno de los Nombres de Di-s. De modo que podemos ver al hombre y a la mujer como dos fuegos que juntos pueden servir de morada a la Divina Presencia.
El fuego que comparten esposo y esposa es la llama sagrada del amor inspirado por Dios, amor que funde a los dos en uno. El fuego sagrado consume todo fuego destructivo y profano que pueda aparecer entre los consortes y lo convierte en fuego sagrado.
Verdad y fe
El fuego sagrado se manifiesta en forma diferente en cada uno de los cónyuges.
El fuego sagrado del esposo es su "luz intelectual" (or sijlí) cuyas iniciales forman la palabra esh, (אשׁ'êsh) "fuego", el que él introduce en su casa mediante el saber de la Torá.
Tanto los hombres como las mujeres están obligados a estudiar la Torá. Pero si bien ambos están obligados a aprender aquellas partes necesarias para observar o perfeccionar el cumplimiento de los preceptos que les corresponde cumplir.
El "fuego sagrado" de la mujer es su "completa fe" en Dios (emuná shlemá), cuyas iniciales también forman esh (אשׁ'êsh) "fuego”, principalmente expresadas en plegarias del corazón y bendiciones, así como en su actitud general hacia la vida. Su fe firme y duradera refuerza a su esposo y a su familia, proveyéndoles calidez y un refugio que los protege de las tormentas y las ligerezas de la vida. Su llama de fe penetra y enciende la fe de su esposo y familia.
Esposo y esposa se inspiran mutuamente a contribuir sus respectivas cualidades, cada uno alimentando la llama del fuego sagrado del otro. Cuando los fuegos santos de la Torá y la fe se unen, la iud (י) y la hei (ה) del Nombre de Dios descienden sobre el hogar, agraciándolo con la Divina Presencia.
Extraído de El misterio del matrimonio. Por Rabino Itzjak Ginsburgh. Editorial Obelisco